Este diseño fue tan popular que, a pesar de que el palacio estaba todavía en construcción, en la prensa de la época solía representarlo tal y como era en el proyecto en lugar de como se estaba construyendo. Así lo habían hecho los últimos virreyes austriacos, el conde y la condesa Visconti en marzo de 1734. Lo único que quedaba en el palacio eran las magníficas bóvedas pintadas hechas por artistas napolitanos del seiscientos. El duque de Alba (1622-1629) se encargó de terminar algunas bóvedas empezadas por el conde de Lemos y dedicarlas a las glorias familiares. Las obras se desarrollaron con diligencia tanto bajo el mandato del conde de Lemos como bajo el de su hijo y sucesor Francisco Ruiz de Castro. Del 18 de abril al 2 de junio de 1702, Felipe V visitó Nápoles, siendo por lo tanto el primer y único soberano español en alojarse en un palacio pensando, en origen, para recibir a Felipe III.
Lejos de permanecer inalterado, el Palacio Real siguió transformándose en función de los gustos de cada virrey. Durante el reinado de Carlos de Borbón, en el Palacio Real de Nápoles convergían el estilo de vida francés, la tradición española y la cultura artística italiana. La edificación del palacio prosiguió con rapidez cuando, en 1610, se nombró virrey a Pedro Fernández de Castro, también hijo de Fernando Ruiz de Castro. Exteriormente, entre 1666-1671, gobernando Pedro Antonio de Aragón, tuvo lugar la incorporación más destacable con la edificación de un pequeño pabellón cara al mar, el llamado Belvedere, que serviría como dormitorio a los virreyes y luego a los soberanos borbónicos. La caída de los Bonaparte en 1815 impidió más trasformaciones, como la nueva sala del trono en la «Galería de los Embajadores» (actual Sala 8). No obstante, dos espacios quedaron profundamente marcados en esa época. Tras la caída del reino de las Dos Sicilias en 1860 y la proclamación del reino de Italia, el palacio se convirtió en residencia de los Saboya. En el occidental, que constituya el palacio original, se encontraban el Apartamento de Etiqueta del Rey y de la Reina (actual Apartamento Real) y el Apartamento del Rey en la planta baja destinado a recepciones privadas (actualmente cerrado).
El nuevo rey encontró el Palacio Real vacío y destartalado pues, ya desde su construcción, había sido normal que los virreyes se instalaran con sus muebles y que, una vez finalizado su mandato, se los llevaran consigo. Las obras de adecuación fueron dirigidas por el ingeniero militar Giovanni Antonio Medrano, posterior arquitecto de Portici, e inicialmente se centraron en los aposentos del rey cara al Largo di Palazzo. El Palacio Real de Nápoles (en italiano: Palazzo Reale di Napoli) es un edificio histórico situado en la plaza del Plebiscito, en el centro histórico de Nápoles. En el período Edo la cerámica tuvo uno de sus mayores centros de producción en Kioto, con influencia del arte chino y coreano, y se produjeron las primeras porcelanas, con un primer centro productor en Arita. Licenciada en Artes y Oficios, especialidad Decoración, completó su formación estudiando Arte. ↑ El cuadro, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, no está fechado (en la página web de esa institución). Piazza San Luigi. El proyecto definitivo del palacio fue publicado por Fontana en 1604 con el título de Dichiarazione del Nuevo Regio Palagio.
En 1707 los austriacos tomaron la ciudad en medio de la Guerra de Sucesión española, dando inicio al gobierno de los virreyes austriacos que no aportó cambios sustanciales al palacio. Las visitas de la nueva dinastía a la ciudad fueron, por lo general, esporádicas. El nuevo palacio nacía en una época en la que los virreyes dedicaron sus esfuerzos a la reorganización urbanística de las ciudades italianas: en Nápoles, se remodelaron las murallas y los fuertes y se edificaron los denominados Quartieri Spagnoli. En 1926 Leguía encargó al arquitecto francés Claude Antoine Sahut Laurent el diseño del nuevo Palacio de Gobierno, juzgándose por entonces que el siniestrado edificio era arquitectónicamente insignificante y de modesta elevación. La veteranía en el género les ha proporcionado unos conocimientos en cuanto a tejidos, formas y colores, que han trasladado a sus producciones como diseñadores, por lo que, si se dejan caer por la calle Rivero, pregunten por ellas. La decoración de los nuevos espacios creados, así como las reformas en algunos de antiguos se alejó del neoclasicismo académico y adoptó una vertiente más ecléctica e historicista próxima a la exuberancia de Percier y Fontaine. Poco después, aunque no se conoce la fecha exacta, empezaron los trabajos de decoración interior con la ejecución de las obras pictóricas de Battistello Caracciolo, Belisario Corenzio y Giovanni Balducci.